Primera Parte: Creación, desobediencia y promesas hechas (Génesis 1-11)
I.) Creación
Además, Dios crea por medio de Su Palabra. Esto concepto es importante por varios razones. Ente ellas, vemos que las palabras de Dios no son sólo “vocablo” estático. Lo que Dios pronuncia es, no sólo en un sentido descriptivo (que es una capacidad también del lenguaje humano), sino que además, es llevado a cabo. La palabra de Dios refleja perfectamente la voluntad y carácter de Dios y es Su medio de llevar a cabo Su voluntad en el mundo y el medio por el cual se relaciona con Él. Esto será muy importante, ya que la salvación (re-creación o regeneración) que Dios llevará a cabo en el mundo será por medio de Su Palabra, que finalmente viene al mundo encarnado, siendo Cristo mismo.[1]
Finalmente, podemos decir que el clímax cae en el “séptimo día”, que dentro de la narración de Génesis pareciera no tener final. El séptimo día es “reposo”, no porque Dios esté “tan cansado” de tanto trabajo, sino que es un concepto que engloba la idea de un disfrutar de una relación, aunque implica descanso físico en el caso de los seres humanos. Eso sí, no excluye el trabajo: los seres humanos debían trabajar en este “reposo”, aunque, sin el estrés provocado después por la caída[2]. Lo importante del “reposo” es que señala el propósito de toda la creación: que Dios disfrute de su creación y viceversa (y el hombre, como cúspide de la creación, es especial dentro de esta relación, aunque no este dirigido únicamente hacia él).
Esto último concepto es clave, ya que no ayuda a entender la “dirección” en que se dirige la narración Bíblica, permitiendo que evitemos caer en errores: el propósito final de Dios bendecir y disfrutar de los suyos (hombre-creación) y que éstos los disfruten a Él, lo glorifiquen y lo magnifiquen.
En el centro de esta idea está la de comunión. Antes de crear al hombre, Dios dice “hagamos”, en referencia a la pluralidad dentro de la unidad de sí mismo. Dios es personas en relación: Padre amando al Hijo, Hijo amando y sirviendo al Padre, Espíritu amando y sirviendo al Padre y al Hijo). De igual manera, crea al hombre a su imagen, para tener comunión con el hombre. Dios ve que no es bueno que el hombre esté solo, sin una relación con un par, por lo que le da una compañera. De hecho, la primera vez que Adán habla dentro de la narración de Edén, es para dirigirse a la mujer[3]. El clímax de este “sub-relato” es la relación matrimonial y su expresión máxima en el sexo. Hay perfecta armonía en las relaciones y su orden en Edén. Dios (autoridad final y soberana), hombre y mujer (súbditos de Dios, pero con autoridad sobre la creación[4], representando a Dios en la tierra) y creación (al final de la cadena, para ser disfrutado de manera no-abusiva por parte del hombre).