Wednesday, June 28, 2006

Opinando sobre la opinión

El otro día la BBC de Londres cometió un grave error al poner al aire un hombre que simplemente había aparecido en el canal buscando un trabajo. El señor, un graduado de Congo de nombre Guy Goma, se encontraba en los pasillos de canal para una entrevista de trabajo. Ahí fue confundido con el analista Guy Kewney, editor del grupo Netwireless.net.

Repentinamente, el cesante fue arrojado frente a las cámaras para ser interrogado frente a miles de telespectadores por Karen Bowerman, la conductora del noticiario. Lo realmente increíble, no sólo es que Goma no tenía idea donde se encontraba, sino que estaba totalmente convencido de que se trataba de la entrevista que venía a realizar.

La periodista, sorprendida por la absoluta falta de conocimiento del joven africano, tuvo que continuar con la entrevista a pesar de las extrañísimas respuestas que recibía. La compañía inglesa pidió disculpas públicas al día siguientes por la confusión.

Francamente, me parece que tales disculpas son innecesarias, por lo menos desde una mirada local. ¿Cuántas personas que aparecen hoy en la televisión nos han llevado a rascarnos la cabeza y preguntarnos “qué hace ese tipo(a) ahí”? La televisión nacional está rebalsando de peculiares seres actuando como profesionales de la información que nos dan a conocer casualmente sus opiniones con respecto a un determinado tema.

El gran misterio es: “¿qué me importa”? Aunque, siendo justo, si los medios trabajaran con mi criterio de selección, tendrían que despedir a prácticamente todo el panel de opinólogos de “SQP”.

Sin duda es interesante poder observar la gran influencia que tienen las distintas especies pertenecientes al “zoopinológico” de los medios. Si Cristian “Chico” Pérez encuentra feo el hijo de “Pampita” y Benjamín Vicuña, el tema será central tanto en los periódicos como los matinales del día siguiente. Mientras tanto, noticias como las de comunidades Mapuches que son abiertamente discriminados y maltratados por grandes empresas, con acciones en el extranjero, debido a mayor flexibilidad en los controles luego de la aprobación del TLC, continúan siendo tratadas como de menor importancia.

El problema es que, al escribir esta columna, me he convertido justamente en lo que critico. Sin embargo el problema no es la opinión en sí, sino cómo y por quién es vertida. A veces veo comentarios expresados en la televisión que me hacen preguntar si la persona que está hablando no será otro “Guy Goma”, que no tiene idea de lo que está hablando.

Sunday, June 25, 2006

Puro dando Judas

Salvando a Judas

“Un documento que podría cambiar la historia del cristianismo”. Con unos slogans llamativos de este tipo, comenzó la publicidad para un programa del canal National Geographic sobre el “Evangelio de Judas”. Los anuncios de este documental se podían ver en distintos puntos de Santiago, advirtiendo que se acercaba una verdadera polémica. Y así parece haber sucedido.

Sin embargo, a pesar de los anuncios casi apocalípticos dirigidos hacia cristianismo, similares a los que se hicieron en torno al evangelio de Tomás y a la reciente novela de Dan Brown “El Código de Da Vinci”, esta creencia sigue bastante intacta. Por puesto, distintas figuras del mundo cristiano han rechazado este documento, haciendo en general referencia al deseo de los medios de sacar provecho de las polémicas que giran al torno a esta ideología. Después de observar toda esta polémica, la verdadera pregunta sigue siendo: ¿Qué hace que el evangelio de Judas sea o no un evangelio legítimo? ¿Por qué Judas y no Lucas o Mateo? ¿Bajo qué criterios se podría determinar si un libro pertenece al “canon” Bíblico? ¿Es siquiera legítimo de hablar en términos de “Biblia”?

Mucha de la controversia desatada gira en torno de la idea que el “canon” Bíblico (es decir, los límites internos de la Biblia) fue impuesto en el cuarto siglo por la iglesia sobre los libros de que lo componen. Es decir, la iglesia la confirió autoridad a lo que ahora conocemos como “Sagradas Escrituras”. De ser así, la inclusión o exclusión de “Judas”, se podría sugerir, fue una decisión arbitraria, tomada por la iglesia para llevar a cabo sus propósitos.

Sin embargo, permítame sugerir que las cosas no sucedieron de esta manera. Creo que lo que ocurrió en el cuarto siglo, fue que la iglesia reconoció la autoridad que ya existía en los textos. Fue un trabajo similar al de un editor, reuniendo bajo un canon los libros que tenían autoridad divina en sí mismos por ser apostólicos, o sea, escrito o autentificado por un apóstol.

Estos libros son reconocibles en cuanto a su coherencia interna. Así es, a pesar de haber sido escrita durante un período de más de mil años, en diferentes lenguajes, en tiempos de guerra y de paz, por personajes ricos y pobres, lo increíble de la Biblia es la relación íntima de las partes y cómo contribuyen al “todo”. El vínculo está, de hecho en el personaje de Jesús, quién es atribuido como el que cumple todas las “escrituras”.

Tanto él como sus seguidores se atrevieron a sugerir que el cuerpo de libros que ahora popularmente conocemos como “Biblia” hablaba de las “buenas noticias” o la muerte en la cruz y la resurrección. De la salvación de Dios dirigida hacia los hombres. Los evangelios canónicos tienen la característica de coherencia con el resto de la “escritura”. Justamente el problema con Judas es que no calza en ninguna parte. Esta desconectada, y sólo puede ser acompañada por otros textos gnósticos, quienes de todas maneras lo contradicen (como por ejemplo, el Evangelio de Tomás”).

Además, como en los textos gnósticos, influidos por el paradigma platónico, hay un desprecio por la realidad física, cosa que entra en severa contradicción con la creencia judía y cristiana de aquél época, donde lo material es valorado como “creación de Dios”. La dicotomía "materia/malo y espíritu/bueno" no existe en las enseñanzas de Jesús.

Saturday, June 24, 2006

Fin de Semestre Extreme

Hola todos.

Estoy muy chato pero feliz. Ayer fue demasiada gente a Jovidencia. Realmente me sorprendí. Especialmente si consideramos que es fin de semana larga. Estuvo buenísimo y muy animante.

¿Por qué chato entonces?

Porque el 6 de Julio viajo a Inglaterra (luego a España, y después a Escocia) hasta el 5 de agosto, en que volveré a tierras chilenas. Grosso. Si sé. El problema es que también significa mucho estrés, ya que tengo que adelantar exámenes junto con entregar trabajos y hacer pruebas esta semana.

¡La felcida-a-aa-aaaad! ¡La felcida-a-aa-aaaad! ¡La felcida-a-aa-aaaad!

Bueno, así que quizás no posteen por las siguientes dos semanas. Una excepción será probablemente un trabajo sobre los primeros 100 días del gobierno de Bachelet que escribí. No se preocupen. No es siquiera un tercio de largo que los otros posts que subí el otro día. Aprendí la lección: mensajes cortos. No hay nada más apestoso que leer mucho texto desde el computador.

Saludos a todos y bendiciones también.

Tuesday, June 20, 2006

Este es un gran amigo, que comparte tres características conmigo:

· Es hombre
· Es Periodista (bueno, a mi me falta un año y medio)
· Es Cristiano, y uno que participa también en la iglesia Anglicana

Bueno, en verdad hay otra similitud. Tambien es "Bloguero". Vayan a su blog, que está rebueno y además habla de muchos temas de la actualidad desde una perspectiva interesante, algo derechista y cristiana. Se llama Javier García.

Saludos a todos.




El último Auspicio: el futuro de los medios y los sujetos activos

Prometo no postear textos tan largos a partir de ahora. En este caso fue necesario por lo complejo del tema. Pero intentaré evitarlo de aquí en adelante.

Los Auspiciadores de una Transformación:
el rol de los medios en la creación de actores sociales activos
(3era parte de 3)

El rol de los medios en la creación de sujetos “accionistas”

En esta constante interacción culturales los grandes medios comunicacionales juegan un gran rol, y en particular, muy vinculado al mercado. Participan en la creación de símbolos potentes y a través de la persuasión propagandística al servicio de las grandes corporaciones. Son probablemente los mayores transmisores de los valores de la actual religión del consumo, particularmente en el caso de la televisión. En este sentido, participan activamente en la generación de actores participativos del mercado y las transacciones económicas.

Como ya vimos, la identidad como “Sujeto” del ciudadano común ha sido reenfocado, dirigiendo su mirada hacia el consumo y al desarrollo del “yo” sobre la base sobre lo netamente material. Lo que tengo o los objetos de los cuáles soy dueño me define como individuo, junto con mi sentido de propósito como de significación. La autorrealización se lleva a cabo en el consumo. Tomás Moulián ha escrito en extenso sobre este tema, mirándolo específicamente desde la realidad Chilena, en su libro “El consumo me consume”. En nuestro caso, nos limitaremos a esta pincelada antes de proseguir.

Al cumplir con esta función, los grandes medios también contribuyen a reforzar la complacencia generalizada de la población, o el “ni ahí” en nuestro caso, junto con la desconexión social que ha comenzado a surgir entre las personas. Gran parte de lo acallado que ha sido el mundo civil en los últimos años es el abismo de interés que existe entre un ciudadano y el otro. De esta manera, se fomentan “relaciones sociales con otros ausentes, ubicados en lugares muy distantes de los contextos locales de interacción. De este modo, las personas pueden interactuar ahora sin compartir el mismo espacio o tiempo[1]”.

Podemos afirmar, por lo mismo, que los grandes medios tienen una influencia considerable en cuanto a la experiencia colectiva y por lo mismo, en la autogeneración de sujetos dentro de audiencias a las cuáles se dirigen. En principio esto no debe alarmarnos, ya que es natural que cumplan con esta función. El punto de crítica está enfocado a cómo estos organizaciones llevan a cabo su función.

A principios de los treinta, reinaba la concepción de que los medios interactuaban con las masas únicamente como transmisores de mensajes, las cuáles tenían un gran efecto sobre la población que los recibía. El proceso fue comparado con el funcionar de una gran “aguja hipodérmica”. Es decir, el contenido era “inyectado” a la vena de su audiencia, sin que ésta tuviera mucho que decir al respecto, y por lo mismo, su efecto era una garantía segura.

Sin embargo, a través de los años, los estudiosos de la comunicación y sus procesos terminaron por concordar que el tema no es tan simple como eso. Si bien los medios tiene gran control sobre los contenidos, determinados por el llamado agenda setting, se reconoció el aspecto retroactivo en cuanto a la interacción medios-masas. Comenzó el reinado del rating hacia mediados de los sesenta, en la cuál las demandas de público rigieron los contenidos de los programas. Pero a su vez, estos contenidos también influían considerablemente sobre el desarrollo de los gustos del público.

El mercado publicitario se lanzó sobre este fenómenos enfatizando cada vez más imágenes, impacto y emoción por sobre el desafío intelectual, la discusión y el pensar. Los contenidos estaban a la merced de los auspiciadotes, quienes “rayaban la cancha” en cuanto a qué tipo de temas eran discutidos en los programas. Es cosa de prender la televisión en los canales nacionales a diversas horas (sobre todo en el llamado “horario prime”, de 22 a 00 horas), con programas cómo Rojo, Mekano, Vértigo, entre otros, basado en artificiales creaciones dramáticas entre seudo-celebridades.

Esto no quiere decir que no hayan surgido programas destinado a generar debate e interés ciudadano. Sin embargo, son una minoría que rara vez logran un trato equitativo con otros perfiles más populares de parte de los medios en las cuales se desarrollan. Un ejemplo podría ser La belleza de pensar está relegado al canal trece cable debido a su bajísimo rating.

Surgen dos posibles excepciones, curiosamente, ambas del mismo canal: Tolerancia Cero y El Termómetro. En el último caso, se ha sabido de detractores que se han referido al contenido del programa como seudo-intelectual, entre otros adjetivos. Aunque eso, sin duda, puede ser, queremos señalar que es un paso en la dirección correcta. De hecho el espacio, conducido por Matías del Río, durante el movimiento estudiantil, logró subir de sus 6 puntos promedio a 12, y ha mantenido esta medición desde entonces.

Debemos tener en cuenta el rol fundamental que tienen por ende, los medios de comunicación masivos en la creación de Sujetos participativos en el mundo en la cual están insertos. El poder de la influencia, particularmente de la televisión debería estimularnos a pensar de qué manera la creatividad y la imaginación de los periodistas, actores de las áreas dramáticas y en general comunicadores puede ser canalizada para poder espacios entretenidos (ya que la entretención sí es un ingrediente esencial de los contenidos que deben entregar) que apunten también, a una integrar y educar a la audiencia con respecto a cómo participar en el acontecer democrático.

Los medios y su tarea pendiente con la democracia

Carlos Araus[2] ha escrito extensamente sobre la responsabilidad ética y el canon dentro de la cuál deberían operar lo grandes medios de comunicación para poder ejercer su responsabilidad como el de facto “cuarto poder”. Debido a los límites inherentes de un trabajo como éste tendremos que limitarnos a recordar algunos de las ideas a las cuáles ya hemos aludido.

En primer lugar el medio (sea cuál sea) debe asumir su rol como un actor (de carácter corporativo) dentro de un contexto cultural, de gran influencia en el desarrollo de las identidades tanto colectivas como individuales de su público, al interactuar con ellos por medio del lenguaje audiovisual. Conciente de la realidad social, debe buscar no solamente servir como vehículo de escape, aunque es una de sus funciones válidas –hasta cierto punto-, sino confrontarnos con las deficiencias sistémicas que son una amenaza a nuestra comunidad supuestamente democrática y republicana.

Además, los medios, como instituciones formadas también por personas quienes participan de esta realidad, deben buscar asumir su rol, personalmente, como individuos dentro de esta transformación macro-ideológica. Es decir, justamente deben buscar transformarse en los sujetos que quieren ver existir y actuar en el mundo urbano del día a día.

Es necesario recubrirse de los valores del prototipo de actor social en cuya creación quieren participar. Estos valores no parten necesariamente de ideales políticos o agendas específicas. No debemos negar que pueden existir convicciones personales diversas entre nosotros. Eso está bien. Sin embargo se trata de fundar este cambio sobre valores que existen en otra esfera existencial. Partiendo desde problemáticas esenciales comunes a todos dentro del espectro político (incluyendo los apolíticos) y los temas cotidianos que afectan a todo ciudadano, a nivel tanto local, regional y nacional, es necesario ir creando redes organizacionales, ya sean formales e informales buscando desarrollar una nueva forma de participación ciudadana. Este es el desafío hoy y mañana.

Uno de los medios que sin duda será el eje central de este cambio es el Internet. Pocos dudan que, por ejemplo, que la meticulosa y rígida organización del movimiento estudiantil pudiera haber sido tan efectiva sin la existencia de programas computacionales como MSN Messengere-mail. Los propios escolares participaron en la propagación de información y auto-promoción por medio de fotologs y blogs. Más que nunca, la información es accesible a gran parte de la ciudadanía. Nunca ha sido más fácil comunicarse entre sí. No obstante, pareciera que mientras más se ha desarrollado esta tecnología, más desconectados estamos los unos de los otros. Nuestra relación pareciera ser fragmentada y filtrada. Contacto anónimo para beneficiar intereses propios ego-céntricos.
o los distintos tipos de

Aún así, la potencialidad de “la red” para crear verdaderas redes humanas está ahí. El desafío del mañana para los comunicadores es tomar en nuestras manos las herramientas que están ahí, buscar formas para facilitar el intercambio de información y la estimulación al diálogo y discusión ciudadana de los temas que atormentan al hombre contemporáneo. He ahí nuestra verdadera vocación.


[1] Larraín, Jorge. ¿América Latina moderna? Capítulo IV, Pág. 106

[2] Ver Relaciones Medios Masivos-Audiencia: Consecuencias Éticas desde la Perspectiva de la Representación de la Realidad

Monday, June 19, 2006

2nda parte del Auspicio

Los Auspiciadores de una Transformación:
el rol de los medios en la creación de actores sociales activos
(2nda parte de 3)

La importancia de la identidad y su formación en la interacción
Antes de entrar de lleno a cómo redefinir el rol de sujeto contemporáneo y su desenvolvimiento en el mundo sociopolítico actual, es relevante poder explorar nuestro concepto de identidad, ya que fundamentalmente es esta característica tanto individual como colectiva la que está en jaque en estos tiempos.

Es imprescindible por lo tanto, que busquemos comprender cómo la identidad llega a “ser”, es decir, cuáles son los ingredientes involucrados en su creación y por qué es tan importante para nuestra discusión.

Debemos partir por recordar que la identidad es formada tanto dentro como desde la cultura. Es decir, es construida inmersa en un determinado contexto, que influye en el resultado final, lo que también significa que la identidad está íntimamente ligada a la cultura en que es desarrollada.

Ahora bien, antes de continuar, es de primordial importancia dejar en claro nuestra definición de “cultura”. Quizás lo podríamos entender como la construcción y aprehensión simbólica de un grupo particular delimitado (ya sea geográfica, política, étnicamente, etc.) de la realidad a través del lenguaje. En el fondo, todo lo que el hombre crea o al cuál le da sentido podría caber dentro del concepto con la cuál estamos trabajando.

Dentro de esta esfera de experiencias compartidas podemos hablar de la identidad, considerándola como “un proceso de construcción en la que los individuos se van definiendo a sí mismos en estrecha interacción simbólica con otras personas [y donde] su sí mismo se convierte en el objeto de su propia reflexión[1]”. Fundamentalmente es nuestra historia, tanto colectiva como particular: “es la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto y en ese proceso ir construyendo una narrativa sobre sí mismo. Pero esta capacidad sólo se adquiere en un proceso de relaciones sociales mediadas por los símbolos. La identidad es un proyecto simbólico que el individuo va construyendo en íntima relación con los grupos sociales dentro de los cuáles se desenvuelve[2]”.

Una vez que hemos revisado la idea de fondo de “la identidad” y cómo es construida en la interacción dentro de una determinada cultura, podremos comenzar a trabajar con los conceptos que manejaremos de ahora en adelante, junto con esclarecer en algún grado el camino que queremos trazar en cuanto a la construcción de sujetos-actores.

Una posible puerta de entrada: El surgimiento del “Sujeto”
La idea del “sujeto”, del actor civil activo y voluntario que se involucra con los procesos sociales desde las bases, surge en parte, como respuesta a la búsqueda una solución con respecto a dos verdades paradójicas con las cuáles la democracia ha tenido que convivir en alta tensión constante: la igualdad y la diversidad.

Estos conceptos tienden a ser equivalentemente estimados por los defensores de la democracia, aunque es interesante notar que de hecho es prácticamente imposible mantenerlos en un nivel equilibrado cuando se llega a la praxis sociopolítica. Siempre cuando se ha reforzado uno de estos valores dentro de un régimen, por los medios que sea, ha significado perder espacios con respecto al otro. Frente a este problema real que siempre ha reforzado los desafíos de la democracia de lidiar con la diversidad presente en la población, Alain Tourraine, entre otros nos ofrece una solución, o por lo menos, nos indica el camino por el cual debemos andar.

Fundamentalmente consiste en la auto-generación consciente de una identidad por parte de los ciudadanos que se desenvuelven dentro de la esfera sus realidades particulares. “El individuo buscar ser el Sujeto de su propia existencia, hacer de su propia vida una historia singular[3]”, basándose “en la voluntad y en el esfuerzo de cada uno por ser diferente a todos los demás, por crearse una vida particular[4]. Somos iguales entre nosotros sólo porque somos diferentes los unos de los otros[5]”.

Sugeriríamos que es necesario que los individuos comiencen a extrapolarse de sí mismos, como ya hemos visto, que sean conscientes de sí mismos como “objetos”. Es imprescindible que desarrollen de manera intencionada su identidad, tomando decisiones reales con respecto a quién quieren ser, buscando interactuar y afectar el mundo en la cual “son”. En esta generación, que se dará dentro de una experiencia cultural específica y en interacción con otros, es importante determinar de qué manera poder crear vínculos que aporten en este proceso en llegar a ser actores sociales.

En esto, se deben desarrollar maneras de generar redes de interacción a nivel ciudadano, meta que debería ser cada vez más fácil con el surgimiento de las nuevas tecnologías comunicativas. Se debe empezar por una participación a nivel local, a través de los municipios. Ése es el punto de partida con la cuál se busca generar un organismo no-oficial y no-político de actores civiles quienes sepan generar demandas al sistema, junta con buscar de manera comunal posibles vías que puedan llevar soluciones.

Los grandes medios comunicacionales llevan, quiéranlo o no, una carga implícita por su mera existencia en la sociedad. Su poder de influencia de facto sobre los procesos sociales es tal, que no pueden quedar fuera de esta discusión. Es más, queremos sugerir que tienen un rol esencial en estas transformaciones culturales que deben buscar cumplir, aún cuando en la realidad estamos lejos del escenario ideal.



[1] Op. Cit. Capítulo IV. Pág. 90

[2] Ibíd. pág. 91

[3] Tourraine, Alain. Igualdad y Diversidad: Las nuevas tareas de la democracia (Buenos Aires: FCE, 1era edición en español, 1998) Capítulo IIX, pág. 61

[4] Op. Cit. pág. 62

[5] Ibíd. Pág. 63

¿Auspiciadores de una Transformación?

¡Hola chicos! Bueno les dejo la primera parte de tres basado en un trabajo que realicé para un curso de Pensamiento Contemporáneo, en particular en torno a los cambios socio-político-culturales en Latinoamérica. Se trata del rol de los medios de comunicación en la creación de una ciudadanía activa. Espero que les sea de interés.


Los Auspiciadores de una Transformación:
el rol de los medios en la creación de actores sociales activos
(1era parte de 3)

Hipótesis

Luego de la caída del muro de Berlín y la vuelta a la democracia de muchos países en el mundo entero y en particular Latinoamérica, podemos observar como la sociedad occidental está pasando por una extraña época de transición llena de contradicciones y de mucha confusión. Este período, denominado por algunos como “postmodernismo” y “modernismo tardío” por otros está marcado por ciertas características a través de las diversas agrupaciones geopolíticas.

Además estos cambios han llegado a la par con una nueva forma de administrar el país a nivel político y económico. El neoliberalismo está aquí con fuerza, reemplazando la antigua estructura estadocéntrica al cuál, como ciudadanos, hemos estado tan acostumbrados. Gran parte de la administración que antes se llevaba acabo en el ámbito fiscal está en la “mano invisible” del mercado. De esta manera, las democracias se han vuelto más que nunca, a servir los intereses de los grandes bloques económicos, relegando a las masas a un segundo plano.

Su rol por estos último 15 o 20 años ha consistido fundamentalmente en ir a las urnas a votar por uno de dos o más coaliciones políticas (en todas sus formas: conservadores y laboristas; republicanos y demócratas; la Alianza por Chile y la Concertación). Durante el resto del tiempo, el sujeto contemporáneo se ha transferido de un escenario de actividades a otro. Su participación ya no es en materias de estado sino que en le mercado. La búsqueda de formación de identidad, propósito y participación lo desenvuelve principalmente en el plano del consumo.

Hacia finales de esta época de cambios ideológicos ha comenzado una intensa búsqueda de revindicar a la democracia dentro de su nuevo contexto, con el sentido de impedir que el mercado lo rinda obsoleto. Claramente las antiguas estructuras y las formas de “hacer democracia” ya no son fructíferos, trabajando con principios que ya no son aplicables.

Dentro de este anhelo de un cambio y búsqueda, se ha llegado en general, al consenso que el camino por delante consiste en una mayor colaboración y relación entre las esferas representativas y la sociedad civil en sí. Sin embargo, el gran impedimento para que esto ocurra es la inactividad de los sujetos en el terreno político-administrativo. Por lo mismo, ha comenzado la exploración para encontrar las maneras para hacer resurgir los actores sociales desde las bases (o lo que se conoce en inglés como grassroots). El cambio comienza a nivel local. Comienza como individuos saliendo de la comodidad para buscar generar grupos con una voz; una voz lo suficientemente potente como para ser escuchada.

Los últimos días en Chile hemos sido testigos de una pequeña chispa de lo que quizás sea este cambio. Este vistazo ha llegado en la forma del movimiento estudiantil escolar, que logró (en gran parte gracias a una gran organización dentro de sus filas) no sólo que el gobierno atendiera a prácticamente todas sus peticiones sino que el apoyo casi incondicional de la gran mayoría de la población.

Con este trabajo queremos sugerir que los grandes medios comunicacionales tienen un rol fundamental y esencial en la formación y sustentación de este nuevo sujeto-actor, y un deber de crear incomodidad en la ciudadanía común, buscando ser una herramienta para acabar con la complacencia, en vez de generarla.

Después de la Tercera Ola

Creemos que justo sugerir que vivimos en tiempos extraños. El paradigma antropocéntrico pos-ilustración del mundo occidental está sufriendo cambios substanciales debido a diversos factores. Por restricciones de tiempo y espacio no es posible abarcar ahora todas las variables involucradas (además de que probablemente es una proposición imposible de realizar), pero sí adentraremos en algunos temas puntuales que son relevantes para nuestra discusión.

Luego de la caída del muro de Berlín y la vuelta a la democracia de muchas naciones a través del mundo (y en particular Sudamérica) alrededor de 1990, los sistemas democráticos tradicionales han llegado a un período de crisis. Podríamos llamarla una “transición” (por diversos motivos dependiendo del país) desde una concepción de cómo “hacer” democracia racionalista, basada en principios universalistas de progreso y de autorrealización humana a una estado de dudas y confusión con algunas ideas vagas de lo que no se debe hacer.

Este período de transición de los sistemas viene paralelamente a un cambio profundo en la cultura occidental, cosa que no es ninguna sorpresa, ya que las democracias existen dentro de las culturas que buscan representar.

El motor principal de este cambio paradigmático es al globalización, tanto económica como tecnológica y medial. El global village de McLuhan ha llegado en todo su esplendor, realzando uno de los desafíos más grandes para las democracias: la diversidad.

Si bien la diversidad siempre fue considerada una amenaza para los sistemas representativos, hubo por un largo período, un intento de homogeneizar las distintas realidades dentro de las naciones. Hasta cierto punto, esto era posible, bajo la cobertura de doctrinas positivistas que eran adoptadas por varias grupos ideológicos presentes en las sociedades. Tanto la ciencia y la religión, aún cuando se llegaron a considerar en un estado de oposición, se basaban en valores universales. La intolerancia era más fácil de practicar, ya que los que discriminábamos vivían en la otra mitad del globo.

La globalización y las nuevas tecnologías cambiaron todo eso. Los musulmanes, los budistas, los africanos y chinos, seres que parecían casi mitológicos dentro de la cotidianeidad occidental, ahora vivían entre nosotros. Eran nuestros vecinos. Compartían los vagones del metro. Aparecían en la televisión compartiendo su punto de vista con respecto a temas de contingencia. Homogeneizar la sociedad es más imposible que nunca.

Por lo mismo, junto con estos cambios de carácter sociocultural, económico y tecnológico, vino un cambio fundamental a nivel ideológico. Llegaba el comienzo del fin para la metanarrativa positivista y la “esperanza histórica”. Entre los muchos elementos que contribuyeron a este cambio de mirada del hombre están las guerras mundiales y el posterior conflicto entre los bloques liberales y marxistas. La visión ideal del ser humano fue reemplazada por otra en la cuál se entendía al hombre como un ser con una capacidad tremendamente destructiva además de creativa, limitado en su comprensión y aprehensión de la realidad, y atado a las preconcepciones de su –limitado- espacio cultural.

En este sentido, la llegada del “posmodernismo” ha contribuido al reconocimiento de la necesidad de valorar al “otro” por sí mismo al poner en jaque las teorías modernistas. Éstas, “de corte universalista, tiene dificultades en entender y aceptar las diferencias culturales porque conciben la historia como una serie continua de etapas universales a través de las cuales todos tienen que pasar. Estas teorías acentúan la unidad de metas de la humanidad, pero tienen dificultades para respetar al “otro” en cuanto distinto[1]”.



[1] Larraín, Jorge. ¿América Latina moderna? Capítulo VI, pág. 146