Tuesday, June 20, 2006

El último Auspicio: el futuro de los medios y los sujetos activos

Prometo no postear textos tan largos a partir de ahora. En este caso fue necesario por lo complejo del tema. Pero intentaré evitarlo de aquí en adelante.

Los Auspiciadores de una Transformación:
el rol de los medios en la creación de actores sociales activos
(3era parte de 3)

El rol de los medios en la creación de sujetos “accionistas”

En esta constante interacción culturales los grandes medios comunicacionales juegan un gran rol, y en particular, muy vinculado al mercado. Participan en la creación de símbolos potentes y a través de la persuasión propagandística al servicio de las grandes corporaciones. Son probablemente los mayores transmisores de los valores de la actual religión del consumo, particularmente en el caso de la televisión. En este sentido, participan activamente en la generación de actores participativos del mercado y las transacciones económicas.

Como ya vimos, la identidad como “Sujeto” del ciudadano común ha sido reenfocado, dirigiendo su mirada hacia el consumo y al desarrollo del “yo” sobre la base sobre lo netamente material. Lo que tengo o los objetos de los cuáles soy dueño me define como individuo, junto con mi sentido de propósito como de significación. La autorrealización se lleva a cabo en el consumo. Tomás Moulián ha escrito en extenso sobre este tema, mirándolo específicamente desde la realidad Chilena, en su libro “El consumo me consume”. En nuestro caso, nos limitaremos a esta pincelada antes de proseguir.

Al cumplir con esta función, los grandes medios también contribuyen a reforzar la complacencia generalizada de la población, o el “ni ahí” en nuestro caso, junto con la desconexión social que ha comenzado a surgir entre las personas. Gran parte de lo acallado que ha sido el mundo civil en los últimos años es el abismo de interés que existe entre un ciudadano y el otro. De esta manera, se fomentan “relaciones sociales con otros ausentes, ubicados en lugares muy distantes de los contextos locales de interacción. De este modo, las personas pueden interactuar ahora sin compartir el mismo espacio o tiempo[1]”.

Podemos afirmar, por lo mismo, que los grandes medios tienen una influencia considerable en cuanto a la experiencia colectiva y por lo mismo, en la autogeneración de sujetos dentro de audiencias a las cuáles se dirigen. En principio esto no debe alarmarnos, ya que es natural que cumplan con esta función. El punto de crítica está enfocado a cómo estos organizaciones llevan a cabo su función.

A principios de los treinta, reinaba la concepción de que los medios interactuaban con las masas únicamente como transmisores de mensajes, las cuáles tenían un gran efecto sobre la población que los recibía. El proceso fue comparado con el funcionar de una gran “aguja hipodérmica”. Es decir, el contenido era “inyectado” a la vena de su audiencia, sin que ésta tuviera mucho que decir al respecto, y por lo mismo, su efecto era una garantía segura.

Sin embargo, a través de los años, los estudiosos de la comunicación y sus procesos terminaron por concordar que el tema no es tan simple como eso. Si bien los medios tiene gran control sobre los contenidos, determinados por el llamado agenda setting, se reconoció el aspecto retroactivo en cuanto a la interacción medios-masas. Comenzó el reinado del rating hacia mediados de los sesenta, en la cuál las demandas de público rigieron los contenidos de los programas. Pero a su vez, estos contenidos también influían considerablemente sobre el desarrollo de los gustos del público.

El mercado publicitario se lanzó sobre este fenómenos enfatizando cada vez más imágenes, impacto y emoción por sobre el desafío intelectual, la discusión y el pensar. Los contenidos estaban a la merced de los auspiciadotes, quienes “rayaban la cancha” en cuanto a qué tipo de temas eran discutidos en los programas. Es cosa de prender la televisión en los canales nacionales a diversas horas (sobre todo en el llamado “horario prime”, de 22 a 00 horas), con programas cómo Rojo, Mekano, Vértigo, entre otros, basado en artificiales creaciones dramáticas entre seudo-celebridades.

Esto no quiere decir que no hayan surgido programas destinado a generar debate e interés ciudadano. Sin embargo, son una minoría que rara vez logran un trato equitativo con otros perfiles más populares de parte de los medios en las cuales se desarrollan. Un ejemplo podría ser La belleza de pensar está relegado al canal trece cable debido a su bajísimo rating.

Surgen dos posibles excepciones, curiosamente, ambas del mismo canal: Tolerancia Cero y El Termómetro. En el último caso, se ha sabido de detractores que se han referido al contenido del programa como seudo-intelectual, entre otros adjetivos. Aunque eso, sin duda, puede ser, queremos señalar que es un paso en la dirección correcta. De hecho el espacio, conducido por Matías del Río, durante el movimiento estudiantil, logró subir de sus 6 puntos promedio a 12, y ha mantenido esta medición desde entonces.

Debemos tener en cuenta el rol fundamental que tienen por ende, los medios de comunicación masivos en la creación de Sujetos participativos en el mundo en la cual están insertos. El poder de la influencia, particularmente de la televisión debería estimularnos a pensar de qué manera la creatividad y la imaginación de los periodistas, actores de las áreas dramáticas y en general comunicadores puede ser canalizada para poder espacios entretenidos (ya que la entretención sí es un ingrediente esencial de los contenidos que deben entregar) que apunten también, a una integrar y educar a la audiencia con respecto a cómo participar en el acontecer democrático.

Los medios y su tarea pendiente con la democracia

Carlos Araus[2] ha escrito extensamente sobre la responsabilidad ética y el canon dentro de la cuál deberían operar lo grandes medios de comunicación para poder ejercer su responsabilidad como el de facto “cuarto poder”. Debido a los límites inherentes de un trabajo como éste tendremos que limitarnos a recordar algunos de las ideas a las cuáles ya hemos aludido.

En primer lugar el medio (sea cuál sea) debe asumir su rol como un actor (de carácter corporativo) dentro de un contexto cultural, de gran influencia en el desarrollo de las identidades tanto colectivas como individuales de su público, al interactuar con ellos por medio del lenguaje audiovisual. Conciente de la realidad social, debe buscar no solamente servir como vehículo de escape, aunque es una de sus funciones válidas –hasta cierto punto-, sino confrontarnos con las deficiencias sistémicas que son una amenaza a nuestra comunidad supuestamente democrática y republicana.

Además, los medios, como instituciones formadas también por personas quienes participan de esta realidad, deben buscar asumir su rol, personalmente, como individuos dentro de esta transformación macro-ideológica. Es decir, justamente deben buscar transformarse en los sujetos que quieren ver existir y actuar en el mundo urbano del día a día.

Es necesario recubrirse de los valores del prototipo de actor social en cuya creación quieren participar. Estos valores no parten necesariamente de ideales políticos o agendas específicas. No debemos negar que pueden existir convicciones personales diversas entre nosotros. Eso está bien. Sin embargo se trata de fundar este cambio sobre valores que existen en otra esfera existencial. Partiendo desde problemáticas esenciales comunes a todos dentro del espectro político (incluyendo los apolíticos) y los temas cotidianos que afectan a todo ciudadano, a nivel tanto local, regional y nacional, es necesario ir creando redes organizacionales, ya sean formales e informales buscando desarrollar una nueva forma de participación ciudadana. Este es el desafío hoy y mañana.

Uno de los medios que sin duda será el eje central de este cambio es el Internet. Pocos dudan que, por ejemplo, que la meticulosa y rígida organización del movimiento estudiantil pudiera haber sido tan efectiva sin la existencia de programas computacionales como MSN Messengere-mail. Los propios escolares participaron en la propagación de información y auto-promoción por medio de fotologs y blogs. Más que nunca, la información es accesible a gran parte de la ciudadanía. Nunca ha sido más fácil comunicarse entre sí. No obstante, pareciera que mientras más se ha desarrollado esta tecnología, más desconectados estamos los unos de los otros. Nuestra relación pareciera ser fragmentada y filtrada. Contacto anónimo para beneficiar intereses propios ego-céntricos.
o los distintos tipos de

Aún así, la potencialidad de “la red” para crear verdaderas redes humanas está ahí. El desafío del mañana para los comunicadores es tomar en nuestras manos las herramientas que están ahí, buscar formas para facilitar el intercambio de información y la estimulación al diálogo y discusión ciudadana de los temas que atormentan al hombre contemporáneo. He ahí nuestra verdadera vocación.


[1] Larraín, Jorge. ¿América Latina moderna? Capítulo IV, Pág. 106

[2] Ver Relaciones Medios Masivos-Audiencia: Consecuencias Éticas desde la Perspectiva de la Representación de la Realidad

2 comments:

beckalippy said...

Hey Sammy,
So I won't pretend like I read through that post because although I tried, the Spanish was way too much for me. But in response to your comment about how some people are calling Wrights book the new Mere Christianity... you know who said that? My pastor Brian! (the enormous hippo one). Anyways, I think I will have to get my hands on that book.
Nos vemos

Gonzalo Tapia said...

Sami:

Te seré sincero. No pude leer el ladrillo de información que posteaste. Espero leerte cosa más breves en un futuro cercano. Que bueno tenerlo en estos parajes.

Saludos

Gonzalo Tapia