Cien días de salvedad

Muchos lo han calificado como el “fin de la luna de miel”. Quizás un poco cliché, pero apropiado para hacer una primera aproximación a este breve primer período de gobierno de la primera mujer presidente(a) de Chile. Lo que refuerza la idea del fin de las primeras nupcias ha sido la fuerte crisis educacional que golpeó al gobierno mientras que un gran movimiento estudiantil nunca antes visto en nuestra Nación zamarreaba el país. Después vino una serie de sucesos que han reforzado que Michelle Bachelet está comenzando a pasar por momentos más duros.

La primera mandataria comenzó su gestión con un balance que pareciera ser positivo. Ayudaba, sin duda alguna, las ventas del cobre, a un precio históricamente altísimo. Las presiones comenzaron a sentirse por distintos sectores del país, quienes cada uno con intenciones de meter la mano al "bolsillo" del ministro de haciendo Andrés Velasco. Frases típicas como “época de las vacas gordas”, que aludían al relato bíblico de éxodo eran aprehendidas y difundidas masivamente por los medios de comunicación. Pronto, parecía haber un “sentir” dentro de la población de que se debía gastar más. Sobre todo luego del discurso del 21 de Mayo, cuando la presidenta anunció que se gastaría alrededor del 2% de los ingresos que corresponde al interés.

Esta situación comenzó a “rozar” con un movimiento estudiantil escolar que tenía levantado la mano hace bastante tiempo, esperando ser atendido por el sistema. Los alumnos de las escuelas públicas y subvencionadas de todo Chile había llegado al límite de su paciencia, luego de reiteradas demandas de ser atendido por la administración. A mediados de Mayo, el ambiente no pudo soportar la presión: una choque como nunca antes visto después del retorno a la democracia ocurriría entre un sector de la población con gobierno.

Luego se desató la crisis propiamente tal, del cuál fuimos testigos, tanto de manera directa, como vía los medios. Cuando la movilización se desató, todas las miradas, especialmente las críticas, cayeron sobre Michelle Bachelet, figura que parecía estar extrañamente ausente durante los primeros días del conflicto. Sin embargo, una vez que sí salió a enfrentar la situación, acogiendo casi todas las demandas de los escolares, la tensión pareció llegar a su pináculo. Luego el movimiento comenzó a declinar.

Luego ocurrió algo inédito: se formó una coalición para reformar la LOCE, integrada por estudiantes, tanto escolares como universitarios. Con metas claras y fechas delimitadas, las esferas del poder político y legislativo comenzaron a interactuar con el mundo civil.

El resultado de las medidas tomadas por la presidenta y la forma en que manejó la crisis han sido, y sin duda serán la fuente de mucho debate. Muchas voces de oposición (aunque no necesariamente de “la oposición”) vociferaron sus críticas, asegurando que la situación había sido manejada de manera inapropiada y con muchas faltas. Otros, señalaron que el tema había sido manejado de manera excepcionalmente eficaz. La realidad es que no podremos hacer un análisis íntegro y seguro hasta que haya pasado algo de tiempo, y podamos manejar una mayor cantidad de información.

Eso sí, la crisis reveló el estilo de gobierno que tiene la mandataria y la manera en que probablemente manejará las crisis de gobierno que vengan de aquí en adelante. Si hay algo que podamos decir con respecto a los primeros cien días, es que en algún grado, sirve de vistazo al nuevo formato concertacionista, y la dirección que está tomando la nueva democracia, que refleja un acontecer y una transformación a nivel mundial.

A pesar de lo cuestionable de un sistema de “comisiones” para todo, la crisis estudiantil pareciera haber validado el discurso de Michelle Bachelet, por muy "balbuceado" (como señaló hace poco Fernando Villegas) que haya sido el discurso hasta el momento. Los distintos sectores no están siendo lo suficientemente representados a través de personajes por las cuales votan una vez cada cierto cantidad de años.

El futuro pareciera señalar que se deben ir tomando medidas para crear otros lazos y puentes entre la ciudadanía y la administración político-legislativa que los gobierna. A pesar de una caída de once puntos en las encuestas, el estilo de la presidenta, con muchísimas fallas, pareciera estar apuntando en la dirección correcta.