Friday, September 01, 2006

Génesis (part deux - II)

II.) Caída, maldición y esperanza

La caída es el máximo anticlímax dentro de la narración. El pecado del hombre significa una reversión de todo el orden creado. Una serpiente (maldad/Satanás), es decir una criatura, tienta a la mujer, quien en cuanto a su rol debía a ser el acompañante a Adán, quien a su vez hace caer a Adán. El pecado en que caen, si bien se expresa en comer el fruto del árbol prohibido, radica en que la Palabra de Dios es puesta en duda (y por tanto, como vimos, el mismo carácter, autoridad y voluntad de Dios es cuestionada) y finalmente la humanidad se rebela explícitamente en contra del mandamiento.

El fruto prohibido representaba el conocimiento del bien y el mal, Este conocimiento pertenecía sólo a Dios, por el simple hecho de ser Creador y origen de toda la realidad misma y por tanto, quien ponía las reglas.

Este intento de parte del hombre de usurpar la autoridad de Dios tiene como respuesta el juicio de Dios en forma de maldición. El creador, en el fondo, le da al hombre lo que quiere, entregándolo a sus propios deseos egocéntricos[1]. La maldición de Dios son “las reglas del juego”, es decir, las consecuencias obvias e inevitables en un mundo en rebelión en contra de Su creador (esto no quita el hecho de que Dios es activo en pronunciar su juicio). Todas las relaciones están corrompidas, y la armonía se ha perdido.

Aún así, en medio de este “capítulo negro” de la historia Bíblica, vemos gracia. Una forma de esto se ve en que, si bien Dios pronuncia una sentencia de muerte sobre la creación-humanidad, Adán y Eva siguen con vida por un tiempo. Son echados del Edén, lugar especial de relación con Dios, sin embargo, también aquí hay un destello de la misericordia de parte del Creador, en que esto significa que no podrán comer más del árbol de la vida, lo que permitirá que el pecado no continúe para siempre en sus vidas.

Finalmente les entrega una promesa potente, aún cuando la humanidad no lo entienda del todo en el momento: la descendencia de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente y ésta le morderá en el talón. Aquí vemos que desde la misma humanidad, la causa del problema, vendrá la solución (reversión) del problema, aún cuando por un momento, parezca que la esperanza de redención se extinga (“…morderá el talón…”). Esta promesa se le conoce como “protoevangelio”.

Luego vemos la rápida y radical propagación del pecado. Un ejemplo es el asesinato de Abel de parte de su hermano Caín. Aquí también vemos el patrón de Juicio/gracia, en que, a pesar de que Caín es castigado, condenado a vivir una vida como hombre perseguido, una marca en su frente, evitará algún mal caiga sobre él. También es importante el nacimiento de Set justo después. Luego del asesinato de Abel, un “justo” quien presentó un sacrificio agradable a Dios, la esperanza en el cumplimiento de la promesa de Dios (protoevangelio) es “resucitada” con el nacimiento de Set, quien es el padre del linaje con el cuál se relacionará Dios[2].

Llegamos a un clímax de desobediencia y pecado en Génesis 6. Dios escoge a Noé, quién construirá un arca por medio del cual Dios preservará a Su creación. Luego de un diluvio que acaba con toda la creación (con la excepción, por supuesto, de quienes se encuentran en el arca). Después del diluvio, Dios reafirma al “Hombre” (Noé y sus hijos en este caso) las condiciones del “pacto” de Edén.

Esto es notable, porque Génesis 6:18 es la primera alusión a este “pacto” en Edén. Por lo tanto, si bien no fue explícito, el hombre y Dios existían en una relación de convención que fue roto por el pecado. Si bien el diluvio fue una especie de “des-creación” de la naturaleza, por medio del arca, y la creación “redimida” en él, Dios renueva su pacto “edénico”, llamando al hombre a procrear, y a ejercer su autoridad sobre la creación[3]. Aquí, en la misma arca y la especie de “segunda oportunidad” en sí, vemos la gracia de Dios en acción. Además, pone un arco iris en el cielo, como señal eterna de que nunca más destruirá al mundo por medio de un diluvio.

A pesar del aparente “final feliz” de la historia de Noé, una vez más el hombre vuelve a sus maldades. Si bien el pecado en el jardín representa la caída de la humanidad, en este caso, con la torre de Babel, vemos la caída de la sociedad. En Génesis 11, vemos a los seres humanos, agrupados juntos, planeando de qué manera poder seguir viviendo juntos y “hacerse un nombre”. Es esta arrogancia que es repudiada por Dios, siendo la construcción de la torra de Babel, su máxima expresión externa. Hay una búsqueda de recibir honor y gloria junto con crear una sociedad unificada humana sin Dios, es decir, sin someterse lealmente al gobierno de Dios bajo su reinado. La consecuencia es que Dios “baja” y confunde sus lenguas, causando confusión y dispersión.

Pareciera que toda esperanza para el hombre se ha acabado. La humanidad se encuentra dispersa por el mundo, en abierta rebelión en contra de Dios y contra de las condiciones renovadas del pacto. Sin embargo, (esta es la relación entre Génesis 1-11 y 12-50), vemos que Dios no abandonará sus promesas ni las condiciones de Su Pacto. Él será fiel en medio de la infidelidad del hombre. A pesar del estado caído de la humanidad, Dios continúa siendo fiel, con un ojo puesto a la descendencia de Set, que llegó hasta Noé, y luego su hijo Sem, hasta llegar a Abram.

(en algunos días, tercera y última parte)


[1] Rom. 1:24, 26 y 28

[2] Que eventualmente incluirá a Abraham, Moisés, David y finalmente Cristo (Luc. 3:23-37)

[3] Gén. 9:1-17

1 comment:

beckalippy said...

okay Sam, I read like three or four paragraphs before my eyes started to blur... but I am sure with more practice reading spanish my skills will improve... what are my thoughts on what you wrote? well as you know so well, ,anything that looks even remotely like Biblical theology is super great in my book. And Genesis is an awesome book in general. I mean, what author could boast of a book being romantic, adventurous, mystery, sentimental, and all the other genres? Ummm.. God.